jueves, marzo 5

Volver...



Volver.
Hugo colgó. Se quedo viendo el aparato telefónico un rato, mientras se esforzaba para respirar profundamente. Necesitaba tranquilizarse. Se sentía agotado, sorprendido, y un tanto culpable. Estaba agotado y trataba de poner un poco de orden en su mente, repaso los eventos del día.

Había despertado temprano para ser sábado por que prometió a uno de sus amigos ayuda para cambiar de casa.

En la mudanza participaron varios amigos, contando a la actual novia de Hugo. Con una camioneta prestada, el grupo realizo algunos viajes para desplazar todas pertenencias de la casa anterior al departamento nuevo. Hicieron varios viajes en la camioneta, también hicieron una pausa para comer. Finalmente ordenaron un poco los bienes transportados y descansaron mientras planeaban una fiesta de apertura. Para concluir el proceso debían regresar y entregar la camioneta prestada.

Hasta ese momento todo había sido entretenido y agotador. Cuando decidieron regresar, el grupo de amigos planeo una ruta para transportarse a sus casas y entregar la camioneta. Hugo no se percató de que ruta emplearían para regresar hasta que ya estaban transitándola; el camino empleado fue su trayecto diario durante 4 años, cuando vivía en esa zona, con Diana.

El pasar por ese camino removió muchos recuerdos en Hugo, su relación con Diana lo dejó marcado. En sus mejores momentos Hugo y Diana parecían la pareja perfecta, o al menos así se sentían. Durante esos 4 años, los amigos de la pareja perdieron la cuenta de las separaciones y conciliaciones que se dieron entre ellos, y todos coincidían en una opinión: el que se mantuvieran juntos era tan increíble como mantener mezclados el agua con el aceite; y es que, no podían haber sido más diferentes.

Hugo era un actuario introvertido que disfrutaba las matemáticas, la música barroca, la naturaleza y la soledad. Diana era diseñadora espontánea, extrovertida y sumamente sociable. Sabían perfectamente qué regalarse en sus cumpleaños y aniversarios, y no por que lo planearan cuidadosamente, solo tenían que acudir a una tienda e identificar lo que menos les gustara, por que eso implicaba que al otro le encantaría.

Ahí estaban los recuerdos de la relación por toda la avenida. En aquella esquina habían discutido hasta que Diana bajo del automóvil y pateó el auto. En el puente aquel se esguardaron alguna vez de la lluvia. Estaba la panadería en donde compraban una concha o una empanada antes de ir a trabajar. Allá estaba el cine al que acudían los fines de semana. Había demasiados recuerdos. Tenía más de dos años que no sabía de Diana, y poco más de uno de haber iniciado una relación nueva que se mantenía hasta la actualidad.

Hugo consideró poco oportuno mencionar los recuerdos frente a su actual novia, por lo que permaneció en silencio la mayor parte del viaje de regreso. Su novia tenia un compromiso familiar, por lo que esa noche no la compartirían como acostumbraban los sábados. Cuando el grupo dejó a la chica de Hugo en la casa paterna, se le ocurrió que estando solo sería más fácil asimilar esos recuerdos. Tenía que reconocer que éstos se habían presentado con una intensidad impresionante, sobre al considerar que la separación se había dado hacía más de dos años.

El último pasajero en la ruta de regreso era el mismo Hugo. El conductor la camioneta se percato de que éste había permanecido en silencio, por lo que al detenerse frente a la casa de Hugo le cuestiono si todo estaba bien. Hugo trato aparentar que así era, escabulliéndose rápidamente a su casa, aun seguía confundido.
Hugo trataba de acallar los recuerdos que aun daban vueltas en su mente. Pensó que de no haber conocido a su actual novia, muy probablemente habría buscado a Diana en algún momento. No se sentía cómodo al pensar que la relación con Diana siempre fue algo realmente difícil de explicar, llego a etiquetar la relación como enfermiza. Alguna vez escucho que ese nivel de relación solo se podía dar al existir una “química” especial entre las personas, eso parecía caber dentro de alguna cierta lógica; pero un vínculo especial…., le incomodaba considerar esa idea.

Mientras cerraba la puerta de su departamento, pensó en tomar una cerveza para relajarse, dejar de darle vueltas a los recuerdos, a las sensaciones, y, aunque le peso admitirlo, a esa nostalgia que sentía. Estaba pensando en donde guardar las llaves con las que cerro la puerta, cuando escucho que el teléfono sonaba.

Al responder la llamada, se quedo congelado. Del otro lado de la línea escucho la voz de Diana.

Hugo escucho que Diana peguntaba como se encontraba, quería saber cómo se sentía y como le había ido recientemente Sobre todo, insistió en saber si estaba bien. Hugo respondió tratando de ocultar la sorpresa de escucharla, asegurándole que todo estaba bien. Hugo regreso la pregunta por cortesía, por lo que se entero que ella también se sentía bien. Dos o tres preguntas de rutina salieron de la boca de ambos, hasta que Hugo se percato de que había una pregunta que realmente quería formular. ¿Por que llamar después de más de dos años de no tener contacto?

Diana contesto de forma sincera, o al menos eso le pareció a Hugo; explicando que había sentido algo extraño; explicó que sorpresivamente un montón de recuerdos se agolparon en su mente durante la tarde, hasta que su nerviosismo aumentó al grado de experimentar una especie de ataque de ansiedad. No sabía que pasaba, pero, sintió la necesidad de contactarlo, de escucharlo, y de asegurarse que estaba bien.

Ante la sinceridad de Diana, Hugo sintió el impulso de mentir. Respondió que todo estaba bien, que no tenia la mas remota idea de por que habría sentido ese ataque de ansiedad, y que probablemente todo sería producto de beber demasiado café.

Conversaron de generalidades durante unos instantes y diplomáticamente acordaron reunirse para tomar café y conversar un día cercano. Estratégicamente, ninguno de los dos propuso día, hora ni lugar para la reunión. Ambos sabían que estar juntos no era algo trivial, y mucho menos algo que pudieran controlar.

Se despidieron de forma amistosa, lo cual resulto extraño para ambos. En el pasado se despedían con mucha efusividad, podían ir de un te amo a un te odio, pero no en medio, así que despedirse con un -Cuídate, estamos en contacto- les supo un tanto raro.

La llamada dejo a Hugo, tratando de poner orden en un suceso que no podía explicar dentro de su mundo seguro y lógico. Seguía con la mirada sobre el teléfono que acababa de colgar. Sabía que la lógica no bastaba para explicar al mundo, pero aún se aferraba a tratar de racionalizarlo todo. Pensó que no podía negar esa conexión con Diana, aunque esto pareciera absurdo. Aunque, pensándolo bien, ¿Que podría ser más absurdo que pasar la noche del sábado solo?

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