- El lunes pensé acerca de escribir de como me he sentido escribiendo y compartiendo a través de este blog, eso incluiría toda una gama de sensaciones muy interesante.
- El martes fué un día triste, ví como arrollaban a un motociclista, como el miedo y el prejuicio estan mas cerca de lo que pensé y afectan de forma directa a gente que aprecio. Habría escrito molesto e indignado.
- El miércoles reencontré amistades, y fuí reencontrado tambien por otras, habría reflejado un poco de la sorpresa que causan esas casualidades que tiene la vida para darnos lecciones de humildad.
- El jueves vi una obra de teatro muy divertida y disfruté una charla muy buena, pensé en realizar una crítica dura a la obra, (aunque tengo que admitir qu eme divertí, pero no me agradó la forma de politizar, cargando hacia la derecha, la crítica en la obra). O bien, escribir acerca de la comunicación y lo difícil que pued ellegar a ser, para continuar un poco con lo conversado ese día.
- El viernes me fuí de fiesta, algo no planeado, algo muy divertido. Pensé que podría escribir algo relacionado con esta experiencia; como sale tan bien lo espontáneo.
- El sábado me la pase de flojo, leí una entrevista a Carmen Aristegui, y me vinieron mil ideas a la cabeza, como siempre que leo, veo o escucho a esta señora tan valiente. Hice planes para escribir algo de política, lo cual sería todo un reto, no puedo pensar en el tema si apasionarme a grado extremo.
- El domingo fué extremadamente agradable. Desayuné temprano con Anilú, lo cual es un placer en todo sentido. Luego hice el super y preparé algo de comer para la semana (eso me relaja bastante), me la pasé dormido un rato en la tarde (de esos sueños reparadores que ya pocas veces se me dan), por lo que acudí a la cita con mis padres de buenas, y me la pase genial por que coincidí con mis hermanos y mis sobrinos (disfruto mucho a esos enanos). En la noche pensé en escribir algo acerca de los enanos....
DESPEDIDA
Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.
¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.
Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.
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