La era está pariendo un corazón,
no puede más,
se muere de dolor
y hay que acudir corriendo pues se cae el porvenir
En la semana he estado pensando en esta canción de Silvio Rodríguez. Y es que, en estos días he visto y escuchado cosas que se me relacionan bien con ese verso. En Tabasco las inundaciones se mezclan con la pobreza, la corrupción, la política (para mi política = mierda), en fin, realmente trágico. Y en Chiapas; pareciera que muchos nos olvidamos de los problemas en Chiapas por la tragedia de Tabasco.
Y no solo en la sociedad veo este tipo de gritos de dolor. En esas coincidencias que de repente se dan, varios amigos y personas cercanas me han comentado experiencias bastante malas; etapas difíciles de sobrellevar; desengaños de esos que duelen bastante; lecciones que no son sencillas.
Todo eso me ha sorprendido, cada uno de esos relatos tiene algo que me ha llegado. En algunos casos es impresionante la intensidad de las emociones que se presentan en estas experiencias. En otros, simplemente he quedado sin habla ante lo sorprendente e inesperado del relato. Mi capacidad de asombro ha sido puesta a pruebas en estos días. Pero, hay un elemento en común en estas experiencias con personas cercanas. En cada uno de los casos, la persona en cuestión ha tenido un gesto que es realmente importante para mi. Ha tenido una confianza impresionante. Las experiencias que me han compartido no son sencillas de sobrellevar. En cada uno de estos relatos me vi realmente sorprendido por que, tratando de imaginarme en algún momento en los zapatos del protagonista de la historia, definitivamente me imagine experimentando emociones al limite. Angustia, miedo, frustración, coraje, odio, en fin, todo menos momentos sencillos. Y estas amistades sintieron esa confianza para desnudar su alma, y dejarme ver al ser sensible y abatido, preocupado, enojado.
Entonces, estoy impresionado por que, de alguna forma, he sido depositario de una confianza impresionante. He sido testigo de cómo amigos se quitaron las caretas que usamos todos los días para andar en la sociedad, y he podido ver mas de cerca de esas personas. Algunos le llaman a estos acontecimientos “momentos de verdad”. En fin de cualquier forma que se llamen, son experiencias trascendentes, que unen, que acercan.
Cuando me he visto en este tipo de situaciones, normalmente lo primero que hago es tratar de escuchar. Dejar que fluyan las ideas y los sentimientos. A veces eso ayuda. Creo que a todos nos hace falta en algún momento que nos escuchen. Si siento la confianza o si me lo piden, expreso mi punto de vista. A veces eso no es fácil, algunas veces la cuestión es tan nueva o ajena que, realmente no tengo un punto de vista. Trato también de apelar a la lógica y al sentido común. A veces solo se puede dar un abrazo y una palmada en la espalda, para demostrar solidaridad. A veces funciona contar un chiste, aunque sea muy tonto, para apelar a la sonrisa, que siempre es buena. A veces simplemente no se que hacer.
Pero, como siempre, o como casi siempre; las respuesta esta en algún libro, en alguna frase, en algún verso de la canción. Regresando a Silvio, a la misma canción, hay una frase….
Y hay que quemar el cielo si es preciso, por vivir….
Yo estoy convencido de que la poesía no es de quien la escribe, es de quien la necesita. Asi que como la necesito en estos momentos, quiero decirles, amigos, si hay que quemar el cielo, cuenten conmigo.
Y no solo en la sociedad veo este tipo de gritos de dolor. En esas coincidencias que de repente se dan, varios amigos y personas cercanas me han comentado experiencias bastante malas; etapas difíciles de sobrellevar; desengaños de esos que duelen bastante; lecciones que no son sencillas.
Todo eso me ha sorprendido, cada uno de esos relatos tiene algo que me ha llegado. En algunos casos es impresionante la intensidad de las emociones que se presentan en estas experiencias. En otros, simplemente he quedado sin habla ante lo sorprendente e inesperado del relato. Mi capacidad de asombro ha sido puesta a pruebas en estos días. Pero, hay un elemento en común en estas experiencias con personas cercanas. En cada uno de los casos, la persona en cuestión ha tenido un gesto que es realmente importante para mi. Ha tenido una confianza impresionante. Las experiencias que me han compartido no son sencillas de sobrellevar. En cada uno de estos relatos me vi realmente sorprendido por que, tratando de imaginarme en algún momento en los zapatos del protagonista de la historia, definitivamente me imagine experimentando emociones al limite. Angustia, miedo, frustración, coraje, odio, en fin, todo menos momentos sencillos. Y estas amistades sintieron esa confianza para desnudar su alma, y dejarme ver al ser sensible y abatido, preocupado, enojado.
Entonces, estoy impresionado por que, de alguna forma, he sido depositario de una confianza impresionante. He sido testigo de cómo amigos se quitaron las caretas que usamos todos los días para andar en la sociedad, y he podido ver mas de cerca de esas personas. Algunos le llaman a estos acontecimientos “momentos de verdad”. En fin de cualquier forma que se llamen, son experiencias trascendentes, que unen, que acercan.
Cuando me he visto en este tipo de situaciones, normalmente lo primero que hago es tratar de escuchar. Dejar que fluyan las ideas y los sentimientos. A veces eso ayuda. Creo que a todos nos hace falta en algún momento que nos escuchen. Si siento la confianza o si me lo piden, expreso mi punto de vista. A veces eso no es fácil, algunas veces la cuestión es tan nueva o ajena que, realmente no tengo un punto de vista. Trato también de apelar a la lógica y al sentido común. A veces solo se puede dar un abrazo y una palmada en la espalda, para demostrar solidaridad. A veces funciona contar un chiste, aunque sea muy tonto, para apelar a la sonrisa, que siempre es buena. A veces simplemente no se que hacer.
Pero, como siempre, o como casi siempre; las respuesta esta en algún libro, en alguna frase, en algún verso de la canción. Regresando a Silvio, a la misma canción, hay una frase….
Y hay que quemar el cielo si es preciso, por vivir….
Yo estoy convencido de que la poesía no es de quien la escribe, es de quien la necesita. Asi que como la necesito en estos momentos, quiero decirles, amigos, si hay que quemar el cielo, cuenten conmigo.
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